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Masonería en Israel |
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COSMOS E
INMORTALIDAD©
José
Schlosser
SEGUNDA PARTE
ORÍGENES DE LA MASONERÍA
Nuestro trabajo de hoy hace referencia muy parcial a una Historia de la Masonería que hace algunos años comenzamos a escribir, pero que nunca terminaremos . Porque en la investigación misma, precisamente allí, encontramos la razón para abandonar el proyecto al convencernos de que ningún documento histórico podría probar fehacientemente todas las hipótesis idealistas y las ilusiones románticas que hasta ese momento nos hacían soñar con una Masonería casi tan vieja como el comienzo de los tiempos. Por el contrario: a medida que íbamos tamizando el material seleccionado para la investigación íbamos convenciéndonos de que un cúmulo de hechos históricos verdaderos se había mezclado con la expresión de los desvelos que en casi tres siglos difundieron especuladores románticos, improvisados narradores, místicos inspirados, filósofos de la utopía y aún dirigentes interesados. Todos estos elementos contribuyeron a construir una estructura donde las crónicas fidedignas y las quiméricas aunque bellas leyendas estaban tan íntimamente unidas que su separación sólo podría ocasionar una total y gratuita destrucción. Estamos por lo tanto limitados a la difícil tarea de extraer de esa estructura los elementos de historia que sean comprobables, para poder distinguir el núcleo que estos forman, de aquellas leyendas que tienen el mérito de aportar un alentador sentido lírico y un significativo sentido didáctico a nuestro quehacer.
El nivel Histórico
Comencemos a hacerlo contando como en los buenos cuentos, que había una vez
... en el Londres de 1717, cuatro Logias de entre las muchas existentes, o mejor
dicho subsistentes, que como todas, estaban ya integradas por muy pocos
constructores y muchos Hermanos aceptados.
"Aceptado"
en el sentido de admitido o adepto (dentro de las logias de masones operativos)
sin ser del oficio.
En estos "talleres" encontraban refugio
lícito para comer bien, brindar mejor y, - protegidos por un manto de reserva, -
intercambiar sus ideas liberales.
Estas ideas
liberales estaban de acuerdo a lo que nosotros llamamos la "Evolución" inglesa,
por oposición a la "Revolución" francesa. John Locke (1632-1704) con su "Ensayo
sobre el entendimiento humano", publicado unos cincuenta años antes de la
fundación de la Gran Logia de Inglaterra, abre las puertas a una nueva forma de
considerar al hombre, ya no como un elemento del régimen patriarcal de la Edad
Media, ya no como un integrante de las Guildas que le eran necesarias para ser
más fuerte. Son los albores de la Ilustración y comienza a imponerse una
concepción antropocéntrista. El hombre vale como individuo y no como integrante
de una familia o de un gremio. El inglés Francis Bacon (1561-1626) proclamó la
preminencia de la investigación científica. René Descartes (1596-1650) lanza su
revolucionario "pienso, luego existo".
La ilustración, a pesar de sus ideas liberales, no logró abstraerse al "machismo" medieval. La mujer siguió teniendo como función principal dentro de la sociedad, la de ser madre. La exhortación a ampliar conocimientos era dirigida solamente a los hombres, mientras que las mujeres continuaron sometidas a una educación llena de prejuicios. He aquí la causa por la cual se estableció que las Logias deberían estar integradas sólo por hombres.
Se unieron pues y formaron una altisonante Gran Logia cuyo primer Gran Maestro fue Antonio Sayer que en su único año de Veneratura solamente logró integrar otras dos Logias al incipiente cuerpo. Lo sucedió Jorge Payne.
Luego: 1719, Theófilo Desaguliers; 1720, reelección de Jorge Payne; 1721 y 22, Juan, Duque de Montagú; 1723, Felipe, Duque de Wharton, de tan importante actuación en la creación de la masonería española.
John Payne era un activo y emprendedor anticuario, que dio a los trabajos un
ritmo extraordinario, amplió las Columnas, se dedicó a reunir y compilar
documentos y manuscritos referidos a la historia, usos y reglamentos de la
antigua masonería Operativa.
Las Constituciones
Góticas, el conjunto de más de un centenar de pergaminos y libros de diversos
países de Europa (Italia, Francia, Alemania, Escocia, Inglaterra) que llegaron a
manos de Payne. (Como el Poema Regio de 1399 y el Manuscrito de Coocke de 1430).
Pero no todos, pues muchos masones aprensivos, temiendo por las consecuencias
que podría acarrear la difusión de sus secretos, destruyeron parte de documentos
de valor inapreciable, causando con ello un daño
irreparable.
Payne redactó las treinta y nueve Ordenanzas
Generales. El fue quien le encomendó a Jaime Anderson la revisión de sus
trabajos con el fin de que aquellas Antiguas Ordenanzas se adecuaran a la nueva
organización.
Cabe pensar que en la elección de
Anderson no influyeron solamente sus virtudes intelectuales y su título de
Doctor en Filosofía, sino también su calidad de predicador presbiteriano, que le
permitía un diálogo adecuado con los masones católicos irlandeses, los
anglicanos ingleses y los presbiterianos escoceses, temerosos de los reformas
que se proponían.
Corría el año 1721. El pastor Anderson, con inigualable entusiasmo, terminó su trabajo en el increíble plazo de tres meses, presentándolo a una Comisión que lo sometió a exhaustivos exámenes, siendo finalmente aprobado e impreso en el año 1723 bajo el título de LA CONSTITUCIÓN DE LOS FRANCMASONES.
La obra consta de cuatro partes: comienza con una breve historia de la
Masonería a partir de la Creación, en la que se pueden encontrar innumerables
inexactitudes bienintencionadas. Se han dado por lo menos dos explicaciones al
hecho de que Anderson haya escrito este prólogo, a pesar de su reconocida
capacidad intelectual: una, el deseo del autor de respetar los documentos que
cada Logia había aportado y de no corregirlos para evitar
desavenencias.
En la edición de 1738 muchos de estas
inexactitudes fueron corregidas.
Otra explicación es la de que el propio Anderson, viendo en sus sueños
proféticos una masonería de influencia tal que pudiera cambiar los destinos del
mundo, no se resignó a aceptar orígenes tan modestos como los que surgen de la
asociación de obreros manuales, muchos de ellos quizá analfabetos a pesar de su
maestría profesional. Y Anderson quiso darles brillo y
espectacularidad.
Creó una cronología poco
científica, para ubicar una historia del arte de la construcción que comienza
con la presentación de Adán como primer masón, y partiendo de Caín recorre toda
la descendencia de éste. Pasa por Noé y llega a Abraham. Asiria, los israelitas
invadiendo la tierra de Canaán, Egipto y sus Pirámides, Moisés, Salomón, el
Templo, la mención de Hiram. Jesús. Grecia y sus ricas construcciones,
Pitágoras, el Imperio Romano, las invasiones bárbaras y
Britania.
O quizá Anderson fue sólo un compilador de historias creadas por los masones operativos para destacarse de otros gremios.
La segunda parte contiene las LEYES FUNDAMENTALES o ANTIGUOS DEBERES (Old
Charges), sacadas de antiguos documentos y que está compuesta de seis
artículos.
"Las Antiguas Leyes Fundamentales (Leyes
Generales de la Sociedad) o Reglas para los Francmasones, sacadas de los
antiguos documentos de las Logias de ultramar, de Inglaterra, de Escocia y de
Irlanda, para uso de las Logias de Londres, las que deben leerse siempre en la
ceremonia de recepción de un nuevo Hermano y siempre que el Maestro lo crea
oportuno."
La tercera contiene las ANTIGUAS ORDENANZAS GENERALES recogidas por Jorge Payne (compuesta de 39 Ordenanzas).
La cuarta parte y final contiene las Aprobaciones y cuatro cantos masónicos.
Este documento nos permite establecer formalmente el origen de la Masonería
especulativa, como institución. Cumple en primer término con la condición de
poseer reglamentos sistematizados, y en segundo término, con la de ser
aprobados por cuerpos constituyentes que proclamaron su voluntad de
cumplirlos.
Condiciones imprescindibles para la real
existencia de una Institución.
Este hecho formal no impide que
busquemos las fuentes: vamos a referirnos a la realidad histórica dentro de la
que nacieron las asociaciones que precedieron a la Francmasonería especulativa,
su raíz directa y su inspiración: las Logias de la Masonería
Operativa.
El nivel prehistórico
Hagamos una síntesis muy apretada, obligada por el caracter de este trabajo. Siglo III, los Bárbaros comienzan a invadir el Imperio Romano. Para defenderse de ellos, los nativos más poderosos construyen las primeras vallas protectoras de madera, - tiempo después reforzadas por obras de albañilería. - que se convertirían en verdaderas ciudades medievales, cuyos habitantes estaban razonablemente protegidos de las hordas invasoras, aunque se obligaran con ello a aceptar una situación de servidumbre en favor del señor feudal y a pagarle impuestos a cambio de su seguridad.
Año 1000, siglo XI. Recuperado el cristianismo, exhumadas las reliquias que se escondieron para que los Bárbaros no las destruyeran, ya los oratorios de madera no cumplían con las condiciones de seguridad y boato ambicionadas por los monjes. Y así comienzan a construirse gran cantidad de abadías y monasterios por toda Europa.
En el siglo XII florecen los artesanos dedicados a construir palacios y
edificios sagrados. Destacada actividad se atribuye en esta etapa a los monjes
benedictinos de la Abadía de Cluny que poseían una impresionante biblioteca,
centro cultural al que acudían nobles y religiosos para ampliar sus
conocimientos. Junto a los monjes dedicados a la filosofía y a la ciencia, nos
encontramos allí con el grupo llamado de "monjes operarii" que eran excelentes
arquitectos y se dedicaban a la construcción de edificios.
Abadía de Cluny, fundada en el año 910, en las alturas que separan
los valles de los ríos Loira y Saona, cerca de Lyon.
Lo mismo puede decirse de los cistercienses de la Abadía de
Citeaux.
Ubicada en la Cote d´Or, en Borgoña, cerca
de Dijon.
En ambos centros, Compañeros laicos recibían instrucción.
"Cofradías Legas".
No podría decirse de muchos de
estos operarios que fueran totalmente libres, sino que en general estaban
sometidos al poder de los propios monjes o en otros casos dependían de reyes y
clérigos.
Es lícito suponer que estos monjes no
limitaron su actividad a Francia, sino que Alemania, Inglaterra y otros países
europeos también gozaron de su dirección de obras, con lo que podría ser
acertado considerar que este es el verdadero puente que une los diversos puntos
geográficos en los que se desarrollaron las asociaciones de
constructores.
Es fácil aceptar la tesis de que elementos bíblicos propios del Antiguo y del Nuevo Testamento fueron introducidos en el bagaje ideológico de la Masonería operativa por los monjes benedictinos de la Abadía de Cluny, así como los anglicanos contribuyeron posteriormente al esquema doctrinario de la Masonería especulativa.
Pero la demanda de servicios permitió que los artesanos laicos aumentaran
poco a poco su independencia y ampliaran sus conocimientos.
Importante fue la contribución de los conocimientos adquiridos por
los cruzados (siglos XI al XIII) de los constructores musulmanes de Tierra
Santa, poseedores de avanzadas técnicas.
Así se constituyeron las primeras Corporaciones de Constructores, de Masons
en inglés o de Maçons en francés.
El primer estatuto
de Freemasons operativos y la primera reunión de una Guilda bajo la obediencia
de aquél, fue en el año 1356, en Londres. Esta se puede considerar la fecha del
nacimiento de la Masonería documentada.
Se les conocía como
CONSTRUCTORES DE PIEDRA FINA o PULIDA (Free Stone Masons), uno de los posibles
orígenes de su nombre actual.
En 1350 el Parlamento
inglés usó esta expresión en un laudo de salarios de obreros.
La
otra opción es la de considerar a este adjetivo, free en free
masons, como libre, por oposición al siervo sometido a la autoridad del
señor feudal.
Así se forman las primeras "Guildas" en Inglaterra,
Guilda, palabra de origen sajón: gild, guild o geld, una de cuyas
acepciones era la de contribución común a un tributo.
el
"Compagnonnage" en Francia,
De discutida vinculación
con la Orden de los Templarios creada en 1118.
las "Corporazioni
de Liberi Muratori" en Italia y las asociaciones de "steinmetzen"
alemanes.
La Francmasonería era el único oficio
itinerante, y los continuos viajes permitían a los obreros un intenso
intercambio de ideas e informaciones.
Las técnicas se fueron perfeccionando y los Maestros Constructores agregaron
nuevos conocimientos influencia y poder, a medida que la importancia de sus
obras iba creciendo. En la logia levantada al lado del predio donde se
construían las grandes catedrales, abadías, iglesias y palacios, los aprendices
y compañeros recibían las instrucciones orales del Maestro. Para ello se fueron
creando fórmulas que preservaran el secreto profesional.
En un documento de una Guilda del año 1292, se menciona por
primera vez la palabra "logia". Las Guildas comienzan a nombrarse ya en el siglo
X, pero en el 1070 su existencia es indudable, cuando comienza a construirse la
Catedral de York.
Aún más: es indudable que para que cada confraternidad se mantuviera unida y
sus obreros trabajaran en paz, debieron imponerse normas de concurrencia
regular, de lealtad al cuerpo y de afecto fraternal entre los obreros,
estableciéndose inclusive formas de ayuda mutua en caso de que uno de ellos
sufriera una crisis pecuniaria o familiar.
En 1376
comienza a usarse en Inglaterra el nombre de "Compañía de los
Franc-Masones".
A comienzos del siglo XVIII, año 1700, culminó el proceso que llevó a las
Logias de artesanos a una situación crítica: la Iglesia había ido perdiendo
poder económico. Las ideas iluministas se imponían entre la elite intelectual y
la nobleza. La instrucción de las masas se incrementó con el desarrollo de la
imprenta que Gutemberg había descubierto en el siglo XV. El arte retomó su
riqueza clásica. Los reyes propiciaban revolucionarias técnicas de construcción
más acordes con los nuevos tiempos.
¿Cómo podrían estas asociaciones
profesionales mantener la situación privilegiada que habían tenido hasta
entonces? Comenzaron a admitir en sus columnas a filósofos, alquimistas y
cabalistas místicos.
Cabe distinguir de su fuente judía a la llamada "Cábala Mística", doctrina pergeñada por la filosofía griega del siglo II A.C. En ella nos encontramos con concepciones panteístas (mundo=Dios) (recordemos a Spinoza) y con planteamientos sobre la inmortalidad del alma. Elementos ambos que podemos fácilmente relacionar hoy con "landmarks" masónicos fundamentales.
También a miembros no profesionales pero influyentes en la corte, en la Iglesia, en la ciencia, en los grupos de profesionales libres, en el comercio o en círculos intelectuales.
En documentaciones del año 1600 se puede encontrar lo que parecería ser la recepción del primer masón "aceptado", John Boswell, en Edimburgo. Con ello comienza un proceso que permite afirmar que en el año 1700 casi no exitían, tanto en el continente como en Inglaterra, masones operativos.
Estos miembros simbólicos fueron convirtiéndose en mayoría, dándose así el fenómeno de transformación de la Masonería Operativa en Especulativa. Pero debemos aceptar la evidencia de que los constructores medievales son parientes muy lejanos de los modernos masones nacidos en 1717. Incluso los términos "Masonería Operativa" y "Masonería Especulativa" pertenecen a una terminología propia de los masones "aceptados". Las piedras dejaron su lugar a las ideas y el objetivo ya no fue el de elevar catedrales en honor a Dios, sino el de propender al bien de la Humanidad.
El nivel de las hermosas Fábulas
Tales son las recreadas y sublimadas por aquellos autores que tratan de
explicar los orígenes de la Orden con afirmaciones que aunque improbables no son
imposibles y cuya legitimidad está dada en parte por el propio Anderson en la
introducción a sus Constituciones. Así es como nos encontramos con desarrollos
pseudohistóricos que nos llegan a hablar de los principios masónicos presentes
en las teogonías unitaristas de la India o en el trideísmo de Manu que daría
lugar siglos después al sistema de castas de los brahmanes. Igualmente se han
llenado infinidad de textos con las elucubraciones de aquellos que ven a
Zoroastro (Zaratrusta, VII A.C.), - el creador de los primigenios Misterios
enseñados a los Magos Persas, - como el maestro de los Maestros Masones. No
menos fabulosas son las exquisitas proyecciones místicas de quienes encuentran
que nuestros antecesores directos son los sacerdotes egipcios que practicaban
los Misterios de Isis y Osiris. O los Dionisianos ( VIII A.C.). O los cretenses
(II A.C.). O Pitágoras (VI A.C.). O los obreros de los Colegia
Fabrorum.
A Numa Pompilio (siglo VII A.C.) uno
de los míticos reyes de la Roma primitiva, se le atribuye la organización de los
oficios y profesiones bajo este nombre.
Retrogradación
Y finalmente, llegamos a la posible vinculación de la Masonería con el Rey
Salomón y los constructores de su Templo, y con el Cristianismo
primitivo.
En el Libro 1 de Reyes y en Crónicas II de
la Biblia se encuentran los elementos constitutivos de la leyenda de Hiram, tan
importante en grados superiores. Pero solamente sus componentes básicos, ya que
la leyenda, tal como hoy la conocemos, recién apareció posteriormente,
posiblemente a mediados del siglo XVIII. Recordemos que el grado de Maestro es
introducido en 1738 y que recién en 1760 se aprueba el uso de la Biblia en los
trabajos masónicos.
Tampoco existe aquí una relación fáctica. Pero "el conjunto de tradiciones, usos y costumbres, de simbolismo y ritualismo, fue en parte heredado de antiguas corporaciones a través de la propia Iglesia Católica (como el triángulo equilátero o el ojo que todo lo ve). Las corporaciones de oficio eran fundamentalmente cristianas. El tetragrama judío era también empleado por el catolicismo en los frontispicios y los altares de sus iglesias." ("Antología Masónica" de Ambrosio Peters, Edit. A Trolha, 1996) En general, recordemos la esencial relación entre el judaísmo y el cristianismo, entre el Nuevo y el Antiguo Testamento y que de los tres grupos religiosos cuyos adeptos formaron la primera Gran Logia, dos eran Protestantes que daban igual importancia a los dos Libros. Judaísmo y Catolicismo forman un conjunto cultural que fué adoptado por la Masonería en forma voluntaria, en dos etapas: una dentro de la Masonería operativa, la medieval que mencionamos; y la segunda, a partir de 1717, como desarrollo intelectual posterior a la Constitución de la Gran Logia. Se consuma así una verdadera retrogradación que nos lleva hasta el real y concreto origen histórico de la Orden.
Conclusiones
Ateniéndonos solamente a los hechos, podemos concluir que la Masonería
moderna es una creación inglesa. Cuando en 1717 se creó la Gran Logia de
Londres, los constructores europeos continentales ya hacía mucho tiempo que
estaban inactivos por no haber adoptado la fórmula de incluir masones
"aceptados" en sus Logias. El único vínculo realmente comprobable es
precisamente el que existe con las Guildas inglesas. Es por ello que no nos
sorprendemos al descubrir que cuando hoy nos ubicamos en el Templo, los Hermanos
se forman enfrentados en Columnas y el Venerable Maestro y los Oficiales se
ubican en forma similar al del Parlamento Inglés. Muchas de las normas que rigen
el funcionamiento de esta Institución, encuentran su paralelo en los rituales
masónicos.
Tema que constituye todo un desafío para
una investigación independiente.
¿Qué cabe decir entonces de todos los símbolos, las leyendas y los intentos de asimilación histórica que hoy conocemos? Vimos ya que muchos de los símbolos provienen de la etapa operativa, y se les dio un significado "especulativo" ejemplarizante. Las leyendas con base bíblica fueron recreadas para que contuvieran una enseñanza moralizadora. Pero su núcleo puede también ser encontrado por el investigador a lo largo de toda la historia del mundo, en todas las civilizaciones. Porque las ideas tienen vida propia y por lo tanto se desarrollan y multiplican sin ninguna relación temporal: desde el momento en que el hombre consolidó su dominio sobre la naturaleza y creó métodos para saciar más comodamente sus apetitos, pudo elevar sus ojos hacia las estrellas y comenzar a soñar con una vida mejor. Pan y fantasía.
¿Por qué los masones debieran ser entonces una excepción? China, India,
Persia, Judea, Egipto, Grecia, Roma, pudieron muy bien haber formado un sistema
cultural donde construcciones cosmogónicas, altas reglas morales y principios
altruistas traducidos a estructuras religiosas, hayan contenido elementos
coincidentes con los que sostienen el edificio masónico. Su identidad casual o
su adopción por la Masonería les otorgan nueva vida y los adaptan al mundo de
hoy. Esto es válido a pesar de la fragilidad de los vínculos y aún de las
contradicciones que se presentan en muchos de los eslabones que forman esta
hipotética cadena. Y su aceptación condicional es constructiva, aunque sea ajena
a la realidad histórica. En definitiva, la Masonería no vino de, sino que fue a
las fuentes, para incluir en su doctrina principios de valor universal e
intemporal. Míticos o reales, brindan una armoniosa base para construir un firme
camino ideológico. Recordemos que también la Masonería ha sido calificada de
utópica por querer superar las condiciones del mundo profano, tratando de volar
como Icaro.
Icaro, hijo de Dédalo, - el constructor
del laberinto de Creta donde fue encerrado el Minotauro. Juntos huyeron de su
trampa a la que los condenó Minos, Rey de Creta, hijo de Zeus, con alas cuyas
plumas pegaron con cera. Habiendo llegado Icaro demasiado cerca del sol, se
derritió la cera y cayó al mar.
Quizá la pretensión de acercarse a la verdad constituya una aventura igualmente peligrosa. Enfrentémosla practicando con la imaginación abierta nuestra ciencia de la moral, buscando respuestas tras los ricos velos de nuestras alegorías y respondiendo calurosamente al incentivo intelectual que nos brinda la luz de nuestros símbolos. Liberemos nuestras alas y dejemos que nos remonten para superar los vicios mundanos, perfeccionarnos, luchar por el bien y constituir un ejemplo para los profanos en un mundo que parece haber perdido el rumbo y avanzar inexorablemente hacia su autodestrucción.
Bibliografía
O APRENDIZ MAÇON - Assis Carvalho
A MAÇONERIA E SUA HERANÇA HEBRAICA -
José Castellani
LA MASONERIA - José A. Ferrer Benimeli
EL SIMBOLISMO
FRANCMASONICO - Albert G. Mackey
LA MASONERIA OPERATIVA - Walter Gotzl
LA
MASONERIA QUE VUELVE - Angel María de Lera
DIC. ENC. DE LA MASONERIA -
Lorenzo Frau Abrines, Rosendo Arús y Arderiu, Luis Almeida
ESTUDIOS MASONICOS
- León Zeldis
LA FRANCMASONERIA, PREGUNTAS Y RESPUESTAS - Touvia
Goldstein
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UNIDAD
Los medios de comunicación nos ofrecen maravillosas oportunidades de establecer rápidos y eficientes vínculos fraternales con masones de todo el orbe. Podemos así ampliar nuestra perspectiva y tomar en forma permanente el pulso vital de la Orden.
La inminencia del siglo XXI impone tanto a las Grandes Logias como a las Logias la necesidad de adaptarse a las exigencias de técnicas publiciitarias y de relaciones publicas adecuadas al objetivo de difundir dentro y fuera de la Orden la doctrina la acción que constituyen su razón de ser. Prospectos, revistas, diarios, videocasetes, Internet y noticias periodísticas constituyen eficaces herramientas para mostrar a la Masonería como una realidad institucional dinámica y brillante. Pero sus Columnas deben presentar iguales características. Sus aspiraciones de perfección y el continua trabajo a que ellas obligan deben imponerse a la influencia de una sociedad que busca infructuosamente su equilibrio.
La singularidad de la Masonería se manifiesta en la unidad desarrollada precisamente por y a pesar de sus variados componentes étnicos, religiosos, políticos, ideológicos, filosóficos y emocionales. Ella permitió al Arte Real cumplir con su importante función de contribuir a edificar un mundo mejor desde los comienzos de su etapa especulativa. Aceptemos sin embargo que el fino dibujo de la personalidad de cada Hermano se entreteje con vicios y virtudes que le otorgan sus características individuales. No hay hombres totalmente buenos o totalmente malos. El esfuerzo por superarse es lo que importa.
Vemos hoy con dolor como en algunos Orientes del mundo, pocos por suerte, masones que al iniciarse se comprometieron a dominar sus pasiones, intentan imponer su "verdad" por la fuerza, cuando esta no es coincidente con la de la mayoría o simplemente cuando las estructuras institucionales o los dirigentes elegidos no son de su agrado. Se producen así cismas estériles que posteriormente se repiten en los grupos así formados. Las intenciones son buenas, sus dueños dignos del cariño y el respeto de sus Hermanos. Los resultados sin embargo pueden ser catastróficos y constituir la causa de que la Orden se disgregue y pierda fuerza, que sus obras de beneficencia se minimicen, que su trabajo intelectual se lesione, que el disgusto de los no involucrados se traduzca en su alejamiento. Y lo que es aun mucho peor: que la imagen de la Masonería en el mundo profano se deteriore, produciendo con ello un daño irreparable.
No hay paraísos ideales. Pero debemos tratar de enfrentar las dificultades y luchar por imponer ideas dentro de las mismas instituciones, sin olvidar el principal deber masónico de trabajar en armonía.
Porque creemos en la Masonería Universal y os queremos a todos, Hermanos, nos sentimos con derecho a expresar vehementemente este llamado a la conciliación. Uníos masones del mundo! Olvidad vuestras rencillas! Practicad las virtudes de la paciencia, la tolerancia y el amor! Vuestro esfuerzo será la mejor contribución al engrandecimiento de nuestra Orden.
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RACIONALIZACIÓN DE LA SIMBOLOGÍA
El Símbolo podría asimilarse con el Amor. Al igual que este, el Símbolo provoca en el hombre una "emoción incontenible y le permite llegar al éxtasis de la idea que nace". Tanto la comprensión del Símbolo como el sentimiento del Amor son experiencias esotéricas, difícilmente comunicables, y que requieren una íntima vivencia personal.
El esoterismo es precisamente el estudio de lo que está adentro, sin apariencia, que está oculto, que no es visible. Las vivencias esotéricas no son espontáneas o inconscientes, sino que requieren un acto de voluntad que permite la entrada a un ámbito en el que los valores propios de la vida espiritual y material adquieren un significado metafísico distinto e irrepetible. Se entra a este mundo nuevo, tanto en la Masonería como en todas las corrientes de pensamiento superior, mediante la "severa ordalía de la iniciación", como la define Mackey.
Lo exotérico constituiría el velo con que se cubre aquella inmanifestada, pero principal y trascendente verdad.
San Agustín afirmaba muy gráficamente, que el mundo es tal como nos parece, hecho de cosas que no aparecen. Y nosotros lo glosamos diciendo que también así es el amor, donde su expresión es sólo el brillo del sol candente que constituye su esencia.
Y así como el Amor es una de las primeras expresiones emocionales del hombre,
el Símbolo constituyó el núcleo de las culturas que son hasta hoy bases
intelectuales del mundo occidental:
Zoroastro,
Legendario reformador de la religión persa (600
a.C.?).
los egipcios,
Cultura
desarrollada a los lados del Nilo. En el 4000 a.C. la constituían pequeños
reinos feudales. En el 3300 a.C. Egipto estaba dividida entre Sur y Norte. 3100
a.C.: Menes (Horus?) los une. La cuarta dinastía, en 2615 a.C., es considerada
la "edad de oro", en especial Snefrú, constructor de las primeras pirámides y la
Esfinge. Luego, comenzó el culto al Sol. Una de las culturas más brillantes de
la Antigüedad
fenicios,
Semitas, siglo
XXIV a.C. en un territorio que iba desde Siria hasta Acre. En el reinado de
David, amistosas relaciones con los judíos (Hiram de Tiro, Salomón, el
Templo).
caldeos,
Babilonia, baja
Mesopotamia, a orillas del Eúfrates: tierra de los Sumerios. 2700 a.C. llegan
los Caldeos. Siglo XXI: reconquistan los Sumerios. 1749 a.C. conquista Hamurabí
(Imperio, Código, calles cuadriculadas).
judíos,
Jacob (Israel, la escala ascendente, hijo de Isaac, nieto de
Abraham) y su familia se establecieron en Egipto, hasta su retorno a Canaán en
el 1229? a.C. Compiladores de las más profundas tradiciones esotéricas,
impusieron el monoteísmo y con su Libro Sagrado, la Biblia, establecieron
códigos que hasta hoy constituyen uno de los fundamentos morales de todo el
mundo occidental.
cristianos, musulmanes,
Los árabes se destacaron históricamente desde el siglo VII, en el
que Mahoma predicó su religión. La fuerza cultural y militar que él despertó,
los extendió por Asia, Africa y el sur de Europa. Dieron al mundo brillantes
gramáticos, poetas, historiadores, geógrafos, astrónomos y
matemáticos.
Pitágoras, Sócrates, Platón, expresaban sus ideas
teológicas, políticas o científicas por medio de símbolos.
Toda la cosmogonía contenida en este rico caudal de conocimientos esótericos,
puede encontrarse en la Edad Media,
Siglos V al XV de
nuestra era.
y en el Renacimiento, dentro del conjunto de textos
conocido como el Corpus Hermeticum, en las matemáticas y la geometría,
en otro plano en la Cábala, la Alquimia, la Astrología y el Tarot y también, -
por supuesto, - en el simbolismo de los masones operativos.
Y así llegamos a la Reforma de Martín Lutero, que en el siglo XVI sentó las bases para liberar al pensamiento que la Iglesia había logrado encadenar hasta entonces. Como todos los procesos culturales, este revolucionario acontecimiento tuvo necesidad de muchos años para que su influencia fuera notable. Durante su transcurso, solamente una elite intelectual fue capaz de compartir los nuevos planteamientos de la ciencia, las originales formas de analizar la historia, o las revolucionarias elucubraciones de una filosofía liberada del dogmatismo religioso. Quien pretendiera difundir los resultados de sus experimentos y desvelos, debía presentar a las masas sus conclusiones en la forma más concreta posible. Porque si bien la descripción del proceso pudiere resultar incomprensible para la mayoría, el desarrollo del conocimiento y el progreso de la humanidad hacían imprescindible la aceptación de sus resultados.
Entonces ¿cómo superar las dificultades de esta comunicación puramente exotérica? El método más adecuado fue el convertir estos resultados racionales en vivencias esotéricas, tales como las que desde tiempos inmemoriales hasta la Grecia pitagórica se aplicaban a todo conocimiento que no podía ser explicado por el lenguaje común.
Y como vimos, el esoterismo debe recurrir a metodos indirectos, cuya expresión fundamental es la Simbología.
Al igual que la ciencia, la filosofía o la historia, nuestra Orden se
enfrentó con el mismo problema para ampliar el número de aquellos precursores
que estuvieran en condiciones de colaborar con la construcción de un mundo
mejor. Pero fue recién en el correr del siglo XVIII, en el que la Masonería,
recuperada de los dolores propios de un difícil parto, optó por la reanimación
de aquellos símbolos utilizados por los maestros constructores de las catedrales
góticas de la Edad Media.
Alberto, conde de
Vollstdtädt es conocido como el creador del estilo germánico o gótico (mediados
del siglo XIII). Los principios y reglas de esta nueva forma arquitectónica
debían guardarse en secreto. La escritura quedaba descartada por la posibilidad
de que el documento cayera en manos extrañas. Además, el ser un buen operario no
implicaba conocimientos alfabéticos. Nada mejor para cumplir con estos objetivos
que la utilización del lenguaje de los símbolos, - una de las más antiguas
formas para la expresión de las ideas, - que fuera solamente conocido por los
iniciados.
La representación de las herramientas como el compás,
la escuadra, la regla, el nivel, la plomada, la trulla o llana,
Trulla o Llana: Paleta con que extienden el revoque los
albañiles.
cumplen con una doble función: una, la de tender
puentes entre la masonería operativa y la especulativa. Pero aún de mayor
importancia es la de traducir tanto elevadas normas de conducta, como
concepciones existenciales, dejando al individuo en libertad para ubicarlas
dentro de su propia e individual escala de valores.
Dijimos que tanto el goce del Amor como la comprensión del Símbolo, son experiencias conmovedoramente esotéricas. Pero consideramos que ambas deben ser solamente condiciones y precedentes para concebir. El amor sin el fruto filial se consume en sí mismo. También el Símbolo cuando no logra sublimarse en nuevos conocimientos. Amor y Símbolo deben trascender la etapa de emoción y éxtasis, constituyéndose en una plataforma, en un motivo para una irremplazable investigación del mundo que parece, que permita llegar a los hondos misterios del mundo que no aparece.
La Masonería clásica logró provocar en el hombre esa "emoción incontenible, posibilitándole llegar al éxtasis de la idea que nace". Despertó en él el amor. Pero hoy se abre ante los masones del nuevo milenio un camino de renovación: deberemos ahora consumar ese amor transformándolo en una acción fecunda. Invertir el proceso. Racionalizar. En un real acto de copulación intelectual, plantar la semilla de la cual haya después una idea que nazca, y para que ella no se perpetúe sólo en un mundo platónico. Debemos brindarle un ámbito substancial, devolverla al mundo de la realidad. A este que se mueve en forma tremendamente acelerada. Tanto, que si se trata de acompañar este avance sin estar adecuadamente preparado, el hombre, - cegado por su ignorancia, - puede llegar a una resbaladiza zona fronteriza, en la que se corre el riesgo de confundirse con Dios.
Para que ello no ocurra en este proceso de materialización, no es suficiente la improvisación. Debe haber una preparación para esa transmutación que se impone. Una capacitación para la conversión de ideales en hechos, sin que aquellos pierdan su valor y sin que estos nos superen. Y ello solo es posible mediante la complementación de aquella emoción que culminó en amor con principios racionales que nos permitan comprender la realidad del mundo en que vivimos y así poder aportar nuestro esfuerzo, - modesto o trascendente, - para lograr un destino mejor.
Es necesario estudiar algo más que rituales, historia y doctrina masónicas. Debe estudiarse también el mundo en el que vivimos.
Ha llegado el momento en el que el Símbolo debe someterse a la prueba experimental. Trescientos años de Masonería y muchos más de raíces ideológicas, deben servir de aliciente y habilitar la incursión sin trabas ni prejuicios en campos como los de las matemáticas, la física, la astronomía, la biología, o los de la historia, la filosofía o la política. La idiosincrasia individual determinará en cual. Pero lo que no puede ni debe hacerse es limitar el estudio del Símbolo únicamente al significado que se propone. Hay que permitirle un desarrollo acorde a la evolución del conocimiento. Abocarse a un trabajo cotidiano, permanente, difícil, tedioso y muchas veces infructuoso, que permita finalmente conocerlo. Esta es la única forma en la que el Masón podrá contribuir al mejoramiento del convulsionado mundo moderno.
La conjunción de ambos efectos, la introspección y el estudio de la realidad, acrecentarán geométricamente la fuerza de ambas. Abrirán las puertas para que Símbolo y Ciencia, mancomunados, religados, contribuyan al conocimiento más profundo de los misterios.
Dedicarse a la búsqueda del enigma insondable con que las estrellas desafían al hombre, curar la ceguera provocada por el polvo que levanta el peregrino en su interminable búsqueda de la verdad, temblar ante el sufrimiento que la ignorancia de la ciencia impide mitigar, aprender a rechazar la injusticia de los excesos y las carencias de la riqueza. Estos Trabajos serán menos frustrantes cuando se alcance la armonía entre ideal y materia. Con ello estará habilitado el camino que deberán seguir las generaciones futuras. A ellas les será dado el privilegio de conocer los trascendentes signos del Universo.
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UN SOLSTICIO SINGULAR
¡Te acordás Hermano, qué tiempos aquellos, mucho antes de Copérnico, en los que el hombre, ingenuo y egocéntrico, se imaginaba vivir sobre un disco a cuyo alrededor giraban soles, lunas y planetas!
En este hemisferio norte nuestros antepasados se asombraban ante un sol que se veía en puntos distintos del horizonte en los amaneceres y ocasos que se sucedían a lo largo del año. El recorrido por los cielos era más bajo en invierno y más alto en verano. Los extremos de estos trazados astronómicos en diciembre y en junio, fueron considerados como signos divinos desde la más remota antigüedad: en las sociedades primitivas que levantaron toscos monumentos de piedra como los de Stonhenge, en el Visnú-Sol de la India, en el dios Mithra de Persia, en la leyenda de Osiris, el dios sol de los egipcios, en la fiesta de las luces de la Jánuca judía y en la Navidad cristiana.
Pero nuestra reflexión de hoy no está proyectada hacia la historia, sino hacia un cercano futuro. Hoy están naciendo iniciáticamente los masones que tendrán tres años cuando se produzca el primer solsticio de verano del año 2000. ¿Cómo será el mundo que el sol iluminará en ese inminente primer día más largo del nuevo milenio?
Quizá el hombre ya haya logrado cruzar la zona de influencia terrestre y visitado otros mundos. Es posible que la medicina haya descubierto la milagrosa fórmula que destruya el cáncer o el antídoto para el SIDA. Es probable que la física haya profundizado más en su búsqueda del "átomo atómico", la aparentemente utópica partícula final. Podemos tener la esperanza de que las masas de población del tercer mundo hayan conseguido alimentos suficientes para su subsistencia. Cabe aún imaginarse una técnica gigantesca que haya logrado reponer el ozono que destruímos. Pensemos inclusive que métodos revolucionarios puedan haber devuelto a las especies animales de mares y selvas su desarrollo natural. Y que se llegue a un acuerdo obligatorio para conservar los espacios verdes. Soñemos con que los bioingenieros genéticos nos hayan regalado la panacea de una vida mejor, si no mayor. Aun más prosaica puede ser nuestra ambición de un vuelo individual que nos salve de pasar horas encerrados en una cápsula móvil dentro de las aglomeraciones de tránsito carretero. O la de que pueda implantarse en nuestro cerebro un "chip" que nos comunique con quiensea, dondesea.
¿Quién evitará sin embargo nuestra decadencia espiritual como hombres?
La
solidaridad colectiva ha perdido su sentido, y hoy la mayoría de los individuos
busca egoístamente llegar a su personal meta hedonista, sin importarle el
sufrimiento ajeno. El materialismo tiende a barrer toda ambición de
perfeccionamiento espiritual o intelectual. Cayó en desuso la promesa basada
solamente en el honor de quien la hace.
La responsabilidad profesional viene
siendo repetidamente olvidada en una estructura deshumanamente mecanizada.
La
creación artística ha distorsionado sus cometidos, haciendo que pseudo genios la
utilicen, - en el mejor de los casos, - para transmitir sus pesadillas. En el
peor, para influir subliminalmente en favor de distorsionadas ideologías.
Los
nuevos profetas de nacionalismos xenófobos, destruyen el sueño de quienes
pretenden ser ciudadanos del mundo.
La cultura envasada satura al público
desde los medios de comunicación, los que imponen titulares vacíos de contenido
real o que apelan a la sensiblería banal y estéril.
Improvisadas figuras
mesiánicas que se ocultan tras religiones originalmente puras, ofrecen milagros
y medallas a los creyentes en su espúrea demagogia de perdonar pecados. Promesas
edénicas fanatizan a multitudes ignorantes, condicionándolas para ejecutar los
más execrables actos de terror y asesinato colectivos.
Los principios laicos
cuya materialización costó tantos esfuerzos y sacrificios, son aplastados por un
renacer del oscurantismo eclesiástico en todas las confesiones.
La democracia
agoniza bajo un manto asfixiante tendido sobre ella por políticos incapaces y
venales traficantes de influencias.
Deslumbrantes teorías económicas
proclaman las virtudes de la privatización, aún a costa de poner en manos de
monstruos multinacionales las más caras conquistas de la cultura moderna, en
servicios públicos, educación y salud.
Y no por último el menos importante de
una lista sin fin, los atentados indiscriminados contra los derechos humanos,
que son perpetrados por cualquiera que detente una pizca de poder, desde el
pequeño burócrata hasta el autócrata cuya voluntad es ley.
Demos alas a la imaginación. Dentro de tres solsticios, allá a lo lejos, muy por encima, a una distancia de 400 años luz, podría estar girando una nave espacial procedente de una galaxia desconocida. Y en ella, unas figuras verdes, clorofilianas, que como los vegetales viven gracias a la fotosíntesis. Pero en nuestra fantasía son poseedoras de una inteligencia superior tan avanzada, que a la luz de sus sensores visuales, los terráqueos parecen ser ejemplares de un submundo primitivo. Las intenciones de los "verdes" para con los humanos son buenas, sin embargo. Tienen la esperanza de encontrar a puros de corazón para hacerles compartir su avanzada organización social, su técnica casi divina, su moral ideal. Buscan y buscan, pero no encuentran a los hombres perfectos que buscan. Cuando ya están dispuestos a conformarse aunque más no sea con imperfectos que buscan su perfección, encuentran en un Templo como el nuestro a aquellos masones de tres años. Ven en ellos la esperanza para el mundo del futuro. Y a ellos les transmiten sus misterios para que los difundan sobre la faz de la tierra.
Pero volvamos a la realidad: lamentablemente ningún extraterrestre vendrá a ayudarnos. La lucha de la Masonería para preparar un mundo mejor en el que las generaciones futuras gocen de una vida plena, es una lucha solitaria, ingrata e interminable. Su base doctrinaria es hegeliana: la razón universal existe independientemente de la presencia de seres racionales. Y esta razón universal es un concepto de lo es correcto, verdadero y válido. Esta impersonalidad de la razón lleva a la conclusión de que quien actúa según ella, deja de lado motivos personales y egoístas, dirigiendo su acción solamente hacia el bien común. La Masonería pone su fe en este concepto, con el que se abstrae de las maldades y se inmuniza contra la frustración: el mundo es esencialmente bueno y la misión de nuestra Orden es emplear toda la elocuencia del propio ejemplo para persuadir a los profanos de que descubrir esa bondad inmanente es el principal objetivo del hombre, el único camino que le permite llegar a su plena realización y la forma adecuada para obtener su verdadera libertad.
Que el primer Solsticio del tercer milenio haga realidad la utopía de nuestros sueños!
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