Indice de los tratados

HERMES TRISMEGISTO - POIMANDRES

1 Cierta vez que me había puesto a pensar en los seres, absorta la imaginación en las alturas del pensamiento, ausentes los sentidos como quien duerme profundamente después de una copiosa comida o de un agotador ejercicio corporal, me pareció que un ser inmenso aparecía, de talla incomparable, que me llamó por el nombre y me dijo:

4 Y habiéndo dicho estas cosas, cambió de forma, y en un instante el espacio entero se abrió ante mí, y ví un panorama infinito, y todo se transformó en Luz, una Luz tan serena y alegre que al verla la adoré.

Al poco tiempo, fue bajando y mostrándose una Tiniebla espantosa y sombría, enroscada como espiral tortuosa, semejante a una serpiente. Después la Tiniebla se fue transformando en una cierta natura húmeda que se agitaba indescriptiblemente, que arrojaba humo como lo hace el fuego y emitía un clamor, un gemido inenarrable. De allí brotó un grito inarticulado de socorro que parecía lo voz de un ser humano.

5 Fue entonces cuando, saliendo de la Luz, un Nombre santo cayó sobre la cosa, y un fuego puro emergió de esa natura húmeda hacia los celestes espacios, un fuego ligero y sutil, y enérgico a la vez. El ágil aire se dejó arrastrar por el espíritu, y de la tierra y el agua se izó a sí mismo hasta alcanzar el fuego, de forma que parecía colgar de él.

Por su parte, la tierra y el agua quedaron entremezclados tan íntimamente que no era posible distinguir a uno del otro: el Nombre espiritual que se cernía sobre ellos los mantenía en movimiento, a lo que parecía oirse.

6 Entonces Poimandres me dijo:

7 Habiendo dicho estas cosas, me clavó la mirada por tan largo tiempo que su aspecto me hacía temblar; cuando se irguió después, quedé en mi mente contemplando la Luz de poderes innumerables, transformada en un cosmos infinito que, con inmenso poder, rodeaba y abrazaba al fuego forzándolo a aquietarse.

Estas cosas comprendí por el Nombre de Poimandres.

8 Estaba yo todavía atónito, cuando me habló de nuevo y me dijo:

Y él a su vez:

16 Entonces le interrumpí:

Y continuó Poimandres:

Exclamé entonces:

27 Habiendo dicho estas cosas, ante mis ojos, Poimandres se mezcló con las potencias. Y mientras yo daba gracias y dirigía mis alabanzas al Padre del Todo, me dejó Poimandres cargado de poder e instruído sobre la naturaleza y la visión divina del Todo. Y comencé a anunciar a los hombres la hermosura de la piedad y del conocimiento:

28 Los que habiendome oído vinieron a mí, y les dije:

29 Entonces unos se marcharon, después de chancearse a mis costas, estando como estaban entregados al sendero de la muerte, pero otros me pedían que los instruyera arrojándose a mis piés: pero hice que se levantaran y, puesto en conductor de la raza, enseñaba la palabra, cómo y de qué manera serían liberados, y sembraba en ellos las palabras de la sabiduría, y los alimentaba con el agua de ambrosía.

Llegada la tarde, cuando la luz del sol comenzaba a desvanecerse por completo, los llamé a dar gracias al Dios, y cumplida la acción de gracias, cada uno se fué a dormir a su lecho.

30 Por mi parte, gravé en mi alma los beneficios que me hiciera Poimandres, y lleno de la plenitud que había deseado, me sentí colmado de alegría, porque el sueño del cuerpo se había transformado en vigilia del alma, la ceguera de la vista en visión auténtica, el silencio en preñéz del bien y la palabra en divulgación de bienes.

Cosas que realmente ocurrieron porque acepté recibir de mi Mente, es decir, de Poimandres, el Nombre del Poder Supremo . Llegué a ser soplo divino de la verdad. Por éso, con toda mi alma y con todas mis fuerzas ofrezco este elógio al Padre Dios:

 

Tradujo: J. Sanguinetti , equinocio de marzo de 1989.